sábado, 21 de enero de 2012

Desde lo alto del acantilado miré extasiada el maravilloso paisaje que a mis pies dibujaba ese maravilloso mar. Llegaba a la arena blanca y suave y se mecía entre la brisa que soplaba esa mañana de primavera.
Solo tuve que escuchar el rumor de sus olas y ver la espuma blanca que se posaba suavemente en la orilla de la playa para sentirme en el paraiso. Cerré los ojos, tomé tu mano y empecé a flotar en el infinito.
Al abrirlos de nuevo, el paraíso que tenía a mi lado seguía allí y me juré a mí misma que tendría que volver de nuevo.
Desde ese día y cada vez que quiero fundirme con la naturaleza más pura, vamos allí de nuevo, dejándonos llevar por aquel sonido del mar y esa suave brisa que acaricia nuestros cuerpos.
Atlanterra, en todo su esplendor seguirá ahí para nosotros.

miércoles, 11 de enero de 2012

Con el alma rota

Mi alma se ha roto con la mañana. Aunque he puesto todo mi empeño no puedo conseguir que sus trozos vuelvan a unirse como un rompecabezas infantil.
La vida me ha dado tantos sinsabores que estoy cansada de combatirlos.
Cuanto daría por volver a aquellos días en que mis problemas no eran tales, simplemente algunas tonterías que me hacían llorar sin razón alguna.
Dejo pasar las horas intentando distraerme y pensar en otras cosas, otros lugares, y me cuesta, me cuesta tanto que no se si podré conseguirlo sola.
Esperaré con impaciencia el próximo amanecer para ver si esta situación angustiosa cambia de nuevo y pueda volver a reir de verdad, sin fingir para  no preocupar.
No sé si estas frases escritas son un acierto, pero tengo que expresar mis sentimientos y esperando no hacer daño, cierro esta pequeña página para retomarla de nuevo cuando los trozos de mi  alma estén nuevamente unidos y las horas amargas que ahora siento hayan pasado a otra dimensión y quedarse allí para siempre

lunes, 9 de enero de 2012

con los ojos cerrados

Me coloco los auriculares en mis oídos, enciendo mi pequeño MP4 que siempre me acompaña cuando quiero aislarme del resto del mundo.
Cierro los ojos y me dejo llevar por el sonido melodioso de las notas que poco a poco inundan mi cerebro.
No existe nada a mi alrededor, nadie me acompaña, mi cuerpo se mueve suavemente al compás de las notas y empiezo a vivir fuera de este mundo, a sentirme como un suave viento que se desplaza a lo largo de la sala.
Un paso tras otro voy acortando la distancia que me separa la mi meta. ¿Cual es mi destino?, me pregunto. No encuentro contestación alguna, solo oigo el suave murmullo de la canción que estoy escuchando y mi alma se ensancha de placer.
Me dejo llevar minuto tras minuto hasta que la música acaba. Abro los ojos y me veo de nuevo allí. No estoy sola, noto una grata presencia, miro a mi lado y TU estás ahí.