Mis primeros veranos en Alcalá
Hace unos momentos, mi mente ha volado sin saber por qué, hacia un pasado que me ha parecido muy cercano.
Me he visto un verano en concreto bañándome en el río, ese río que me parecía tan grande, tan claro, tan maravilloso.
Entre los molinos serpenteaba poderoso, con sus aguas frescas y limpias. Paseaba junto al parque orgulloso de su belleza, entre árboles frondosos y olor a pino manaba con fuerza cargado de fuentes donde saciábamos nuestra sed de juventud.
Cruzábamos los senderos que nos llevaban al molino de las Aceñas con las bolsas cargadas de fiambreras llenas de tortillas de patatas y filetes "empanaos". No existían neveras portátiles para llevar las bebidas, pero no hacía falta, el río nos ofrecía su frescor para conservarlas apetecibles a la hora de comer.
No nos importaba el calor del camino porque allí el estaba él, el río que nos esperaba para darnos un buen baño.
Cuando quedaba poco para llegar se oía el murmullo del agua pasando por encima de la parte del molino donde se formaba una pequeña alberca que hoy día todavía existe. Se me aceleraba el corazón y echaba a correr. Era entonces cuando mi madre soltaba la bolsa con las exquisitas vianda que había preparado a primera hora de la mañana, cuando yo todavía dormía plácidamente.
En un pequeño recodo donde el agua formaba un pocito, mi padre metía las botellas de las bebidas que llevábamos, sujetas con guijarros para que no se las llevara la corriente.
Nerviosa me desprendía del vestido de tirantes, suelto, de un algodón fresquito y me quedaba en bañador, ese que estrenaba todos los veranos de un color distinto y alegre.
No me importaba si el agua estaba fría, cogía carrerilla y me tiraba a bomba en el río, chapoteando y gritando fuertemente. Unas veces sola, con mis padres, otra veces con mi prima que venía de Sevilla a pasar el día con nosotros, pero todo resultaba divertido.
Jugaba sin parar hasta que la tarde pasaba y era hora de recoger. Volvíamos a casa con paso tranquilo y comentando todo lo pasado y hoy, cuando paso por ese molino de las Aceñas, recuerdo con cariño esos veranos pasados junto a mis padres y me gustaría cerrar los ojos y volver a ver ese río que me parecía tan maravilloso, que hoy sigue existiendo pero que ya no es tan entrañable.
p.d. " esto va dedicado a los irresponsables que han destruído todo lo bonito que ha rodeado mi niñez "