viernes, 17 de agosto de 2012




Mis primeros veranos en Alcalá 


Hace unos momentos, mi mente ha volado sin saber por qué, hacia un pasado que me ha parecido muy cercano.
Me he visto un verano en concreto bañándome en el río, ese río que me parecía tan grande, tan claro, tan maravilloso.
Entre los molinos serpenteaba poderoso, con sus aguas frescas y limpias. Paseaba junto al parque orgulloso de su belleza, entre árboles frondosos y olor a pino manaba con fuerza cargado de fuentes donde saciábamos nuestra sed de juventud.
Cruzábamos los senderos que nos llevaban al molino de las Aceñas con las bolsas cargadas de fiambreras llenas de tortillas de patatas y filetes "empanaos". No existían neveras portátiles para llevar las bebidas, pero no hacía falta, el río nos ofrecía su frescor para conservarlas apetecibles a la hora de comer.
No nos importaba el calor del camino porque allí el estaba él, el río que nos esperaba para darnos un buen baño.
Cuando quedaba poco para llegar se oía el murmullo del agua pasando por encima de la parte del molino donde se formaba una pequeña alberca que hoy día todavía existe. Se me aceleraba el corazón y echaba a correr. Era entonces cuando mi madre soltaba la bolsa con las exquisitas vianda que había preparado a primera hora de la mañana, cuando yo todavía dormía plácidamente.
En un pequeño recodo donde el agua formaba un pocito, mi padre metía las botellas de las bebidas que llevábamos, sujetas con guijarros para que no se las llevara la corriente.
Nerviosa me desprendía del vestido de tirantes, suelto, de un algodón fresquito y me quedaba en bañador, ese que estrenaba todos los veranos de un color distinto y alegre.
No me importaba si el agua estaba fría, cogía carrerilla y me tiraba a bomba en el río, chapoteando y gritando fuertemente. Unas veces sola, con mis padres, otra veces con mi prima que venía de Sevilla a pasar el día con nosotros, pero todo resultaba divertido.
Jugaba sin parar hasta que la tarde pasaba y era hora de recoger. Volvíamos a casa con paso tranquilo y comentando todo lo pasado y hoy, cuando paso por ese molino de las Aceñas, recuerdo con cariño esos veranos pasados junto a mis padres y me gustaría cerrar los ojos y volver a ver ese río que me parecía tan maravilloso, que hoy sigue existiendo pero que ya no es tan entrañable.

p.d. " esto va dedicado a los irresponsables que han destruído todo lo bonito que ha rodeado mi niñez "



viernes, 16 de marzo de 2012

Desengaños

Mirando esta puesta de sol en el que el mar parece de plata,  me produce una grata sensación de calma, pienso con tranquilidad en los acontecimientos pasados y como la vida de una persona cambia con el paso del tiempo.
Cambiamos con la edad, los años nos dan la sabiduría que de pequeños no teníamos y nos hace sentir en algunos momentos más infelices.
Pero aún así, nuestros valores y nuestros sentimientos no cambian tanto, o por lo menos eso creía yo hasta ahora.
Encuentras muchos obstáculos en tu camino y los vas capeando como buenamente puedes o te dejan, pero el corazón te dice como tienes que sentir hacia tus seres queridos, ya sean familia o amigos..
En estos tiempos en los que nuestra edad y nuestra forma de sentir no es la misma de hace bastantes años, miras alrededor e intentas olvidar los desastres que te rodean en el mundo entero. Quizás esto debería hacernos reflexionar que lo que tenemos a nuestro lado es lo que nos queda. Amistad y cariño que has buscado desde niña y que te llena de orgullo cuando sientes que tienes cerca de tí.
Por eso, y por algunas cosas más, deberíamos dejar a un lado las rencillas que pueden amargar tu asistencia, sobretodo aquellas que se basan en absurdas ideas infantiles  que a estas alturas de nuestras vidas ni debería pasarnos por la imaginación.
El cariño y la amistad verdadera no se basa en superfluas situaciones que te llevan a  un gran desengaño y te hace sentir que algunas de las personas a las que creías cercanas y amigas no te merecen.
No me creo ni mejor ni peor que nadie, solo que cuando entrego mi amistad a las personas a las que aprecio, lo hago con todo el corazón y sin ningún recelo.
 

sábado, 21 de enero de 2012

Desde lo alto del acantilado miré extasiada el maravilloso paisaje que a mis pies dibujaba ese maravilloso mar. Llegaba a la arena blanca y suave y se mecía entre la brisa que soplaba esa mañana de primavera.
Solo tuve que escuchar el rumor de sus olas y ver la espuma blanca que se posaba suavemente en la orilla de la playa para sentirme en el paraiso. Cerré los ojos, tomé tu mano y empecé a flotar en el infinito.
Al abrirlos de nuevo, el paraíso que tenía a mi lado seguía allí y me juré a mí misma que tendría que volver de nuevo.
Desde ese día y cada vez que quiero fundirme con la naturaleza más pura, vamos allí de nuevo, dejándonos llevar por aquel sonido del mar y esa suave brisa que acaricia nuestros cuerpos.
Atlanterra, en todo su esplendor seguirá ahí para nosotros.

miércoles, 11 de enero de 2012

Con el alma rota

Mi alma se ha roto con la mañana. Aunque he puesto todo mi empeño no puedo conseguir que sus trozos vuelvan a unirse como un rompecabezas infantil.
La vida me ha dado tantos sinsabores que estoy cansada de combatirlos.
Cuanto daría por volver a aquellos días en que mis problemas no eran tales, simplemente algunas tonterías que me hacían llorar sin razón alguna.
Dejo pasar las horas intentando distraerme y pensar en otras cosas, otros lugares, y me cuesta, me cuesta tanto que no se si podré conseguirlo sola.
Esperaré con impaciencia el próximo amanecer para ver si esta situación angustiosa cambia de nuevo y pueda volver a reir de verdad, sin fingir para  no preocupar.
No sé si estas frases escritas son un acierto, pero tengo que expresar mis sentimientos y esperando no hacer daño, cierro esta pequeña página para retomarla de nuevo cuando los trozos de mi  alma estén nuevamente unidos y las horas amargas que ahora siento hayan pasado a otra dimensión y quedarse allí para siempre

lunes, 9 de enero de 2012

con los ojos cerrados

Me coloco los auriculares en mis oídos, enciendo mi pequeño MP4 que siempre me acompaña cuando quiero aislarme del resto del mundo.
Cierro los ojos y me dejo llevar por el sonido melodioso de las notas que poco a poco inundan mi cerebro.
No existe nada a mi alrededor, nadie me acompaña, mi cuerpo se mueve suavemente al compás de las notas y empiezo a vivir fuera de este mundo, a sentirme como un suave viento que se desplaza a lo largo de la sala.
Un paso tras otro voy acortando la distancia que me separa la mi meta. ¿Cual es mi destino?, me pregunto. No encuentro contestación alguna, solo oigo el suave murmullo de la canción que estoy escuchando y mi alma se ensancha de placer.
Me dejo llevar minuto tras minuto hasta que la música acaba. Abro los ojos y me veo de nuevo allí. No estoy sola, noto una grata presencia, miro a mi lado y TU estás ahí.