sábado, 21 de enero de 2012

Desde lo alto del acantilado miré extasiada el maravilloso paisaje que a mis pies dibujaba ese maravilloso mar. Llegaba a la arena blanca y suave y se mecía entre la brisa que soplaba esa mañana de primavera.
Solo tuve que escuchar el rumor de sus olas y ver la espuma blanca que se posaba suavemente en la orilla de la playa para sentirme en el paraiso. Cerré los ojos, tomé tu mano y empecé a flotar en el infinito.
Al abrirlos de nuevo, el paraíso que tenía a mi lado seguía allí y me juré a mí misma que tendría que volver de nuevo.
Desde ese día y cada vez que quiero fundirme con la naturaleza más pura, vamos allí de nuevo, dejándonos llevar por aquel sonido del mar y esa suave brisa que acaricia nuestros cuerpos.
Atlanterra, en todo su esplendor seguirá ahí para nosotros.

2 comentarios:

  1. Que bonitos recuerdos, en verdad que es una playa preciosa...

    Un abrazo

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  2. Sí Verdial, es una playa preciosa. Tú la conoces igual que yo.

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